¿Alumnos o Maestros?

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En una carta escrita a André Nocquet en Julio de 1955, el Maestro Tsuda afirmaba que él no buscaba “enseñar” el Aikido, puesto que el “lado espiritual de éste arte sublime” no pertenecía al ámbito de la educación. Se trataba para él de una búsqueda personal interior que moviliza a cada uno según sus propios recursos y sus propias aspiraciones. Evocaba el concepto de “la vía del desprendimiento” puesto que para él no se trataba de “adquirir” algo, sino más bien al contrario, de deshacerse de toda intención para dejar a lo espontáneo crear de manera natural la medida de lo que somos capaces de vivir.

En una entrevista radiofónica concedida a France Culture en 1981, el Maestro Tsuda afirmaba:

«Yo hago esto solo, no enseño, sino que hago esto solo. En definitiva, es una práctica solitaria. Es una búsqueda personal, que no incumbe a nadie. Poco a poco, mi respiración se vuelve más profunda, creo llegar a conseguir salir de mí mismo. Yo que estoy encerrado en éste marco, en el interior de ésta línea divisoria que llamamos la piel. Salir de la piel y pasearme por todos los lados; es una sensación extremadamente agradable… Lo hago solo, pero cuando me doy la vuelta, hay gente que llega bien pronto para hacer la misma cosa. No puedo decir “¡No! Esto no os incumbe, volved a casa.” Son libres de venir a hacer lo que yo hago. Ahora… el resultado es que efectivamente, esto provoca una revolución interior, que es muy gradual, muy lenta, pero sutil. Entonces al cabo de cierto tiempo, cambian, en sus movimientos, en su comportamiento, en su sensibilidad. »

Es el trabajo que todo maestro debe realizar: una búsqueda interior paciente, continua  y sin descanso en la que no debe añadir ni quitar nada al maravilloso legado que nos regaló O Sensei.

Pero, como decía el Maestro Tsuda, uno se da la vuelta, y los alumnos están ahí. Día tras día. Año tras año. Jóvenes, mayores, mujeres, hombres… están ahí. No importa la estación del año, la distancia que tengan que recorrer… están ahí.

Al principio, no entienden nada. Todo es confuso. Repiten maquinalmente los movimientos con mayor o menor destreza. No saben ni siquiera realizar ukemis. En algunos casos tardan incluso meses o años en realizarlos. ¿Esto les frena? ¡No! Demuestran un  tesón y una ilusión inusitados.

Y su curiosidad… En ésta sociedad materialista y práctica en la que vivimos, uno puede llegar a pensar que lo único que pueden buscar los alumnos es ponerse en forma, desarrollar la elasticidad o aprender a defenderse. No obstante, los comentarios no cesan: “Maestro, me niego a seguir practicando hasta que nos expliques para qué sirve la práctica respiratoria.” “No es lo mismo empezar la clase sin haber realizado el ritual del principio.” “Estoy empezando a notar cosas que antes no sentía.” Y mil porqués. La sonrisa aflora. Esa inquietud es sinónimo de búsqueda interior, de voluntad de desarrollo, de comprender lo inabarcable.

En definitiva, uno no puede dejar de preguntarse, ¿son alumnos o maestros?
Su curiosidad, su esfuerzo, su dedicación y su tesón son recordatorios constantes de que nuestra propia búsqueda no debe cesar. De la misma manera, nos hacen ser conscientes de la gran responsabilidad que conlleva transmitir ése legado de la manera más pura posible, sin añadiduras de ninguna índole.  Esto también nos hace darnos cuenta del grandísimo trabajo que han realizado, y que continúan realizando los maestros que nos han precedido en el camino.

Gracias O Sensei. Gracias Tsuda Sensei. Gracias Rafa. Gracias Hélène. Gracias Chano.

La vía del Takemusu sigue viva.
El espíritu del Kon No Budo sigue vivo.
El legado de O Sensei sigue vivo.

 

–  Javier López de Sabando

(Publicado en la revista Aikizasshi)

 

Comments

  1. Kike Burgos on noviembre 2, 2016 at 11:58 pm said:

    Gracias maestro por las técnicas y enseñanzas y proyecciones dentro y fuera del tatami. Por la estela de la persona

  2. Muy bien, Javier. Sorprendido gratamente con tus publicaciones, se puede aprender mucho, y transmiten sabiduría y serenidad. Gracias por compartirlas. Abrazos.

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